Fauna de gimnasio I.
Autor: Josean Sancho. Entrenador Personal de ECN.
Una de mis formas de disfrutar de las vacaciones es entrenar en diferentes gimnasios, también es la de escribir, por lo que sólo pude decir sí, cuando Roberto Amorosi me brindó la posibilidad de publicar aquí mis relatos y unir dos de mis aficiones.
Gimnasios. La fauna que en ellos se encuentra es tan variopinta como la que puedes encontrar en un mercado en hora punta.
Estos son algunos de esos personajes y sus situaciones, divertidas, a veces, otras no tanto. Todas reales. Tan solo 15 días de vacaciones dan para mucho…
El cromañón. Éste es pintoresco.
Utiliza protector bucal como un boxeador para hacer vuelos laterales con mancuernas con un bonito ritmo de cadera para ganar impulso y no se lo quita en todo el entrenamiento. Será consejo de su ortodoncista, aunque a mí el mío me dijo que lo usaré para dormir pues ahora soy un quinceañero (más treinta) que usa brackets. Supongo que también su traumatólogo le ha recomendado que no se quite ese cinturón de 20 cm de ancho que lleva durante todo el entrenamiento apretado lo suficiente como para que las lorzas estén petrificadas, cual lava de volcán apunto de engullirlo. Verle hacer pres de banca con mancuerna de 20 kilos a una mano, mientras la otra trata de aferrarse al banco es doloroso. Me digo a mí mismo: Si realiza peso muerto…huye, no sea que lo suyo sea contagioso y eche por tierra mis años de aprendizaje.
El chutado y su raja.
Fácil de reconocer, es el mazado que parece sacado de Musclemag pero en pequeñito. Según pisa el sagrado suelo que hay junto al espejo, realiza unos giros con los brazos y de inmediato tira de la camiseta hacia abajo, contrae los pectorales y dedica varios minutos para ver si la raja del pecho sigue ahí o se ha tapado tras la última vez que la vio (hace tres días). Entrena en frecuencia dos, postureo de raja en el pecho frecuencia siete. Su entreno es de puro bombeo, pres de banca y fondos en paralelas creo que le debe tapar la raja. Solo lo veo pasar de aperturas con mancuernas con medio recorrido a máquina contractora o cruce de cables entre vistazo y vistazo a la raja. Me prometo a mí mismo que un día en el que no aguante más, me pongo delante a mostrar al vidrio la raja de mi culo, que es más profunda y mis esfuerzos está costando conservar. Este tipo de personajes son los que hacen creer que el camino es entrenos de bombeos y entrenar seis días a la semana. Hacen mucho daño. No son culturistas, son ansiosos y vagos narcisistas que creen que solo mediante la aguja se crece y se raja el cuerpo.
Las féminas, las pataditas para el culo y los cables para los oblicuos.

Todas, curioso, tienen el mismo entrenamiento independientemente de su estructura. Culo veo, culo quiero, es su lema. Mientras en la pantalla gigante del gimnasio aparecen tías con ese ideal que la industria quiere vender: Abdomen marcado, culo prominente y pechos talla 100 mientras se las ve haciendo pataditas con el culo en pompa. Cuando hablas con ellas te das cuenta de lo efectivas que son las campañas del miedo contra la sentadilla pesada, o el peso muerto. Eso es de machorros…te saldrá bigote. Entrenan brazos en frecuencia tres y van al gimnasio hasta 5 veces a la semana. Un par de años más tarde, sino han abandonado, seguirán igual o con unas ganancias ridículas. Nadie les ha ayudado a salir de la cueva de Platón. Las de la foto machacan con sentadillas, peso muerto, press militar, y ya ves, juzgalo tú mismo.
La víctima.
Es una niña de 14 años (que bien pudiera ser de 40) que se pone en manos de un experto: tiene una tienda de suplementos y está cachas. La mete en cetosis, le vende mucho polvito y pastilla mágica. Pierde 10 kilos en dos meses toda vez que entrena seis días a la semana. Pierde la regla. Se nota siempre cansada, deja los estudios. Llega el día en el que el experto le dice que para bajar más ha de perder agua y le propone reducir el agua y manipular el sodio. La niña reacciona y dice se acabó. Quiere mantener ese escuálido y enfermizo cuerpo pero no puede, entra en una depresión que le hace abandonar el gimnasio y coger 15 kilos. Con 16 años vuelve a éste, con una lección aprendida y la prohibición de su padre de tomar ni siquiera proteína en polvo mientras él y el resto de la prole, se ponen hasta arriba de hamburguesas, refrescos, y helados supercremosos…»hay que disfrutar de la vida«- dice él.

Fdo: Josean Sancho.